
A Difficult Decision
Season 4 Episode 5 | 1h 12m 6sVideo has Closed Captions
Ana hesitates on Carlos’ proposal. Pedro supports Rita’s health struggle.
Carlos proposes, but Ana asks for more time. Pedro struggles to support Rita, financially and emotionally, through her crisis. Clara lets jealousy get the best of her, and Valentin fails to keep Patricia’s secret from Enrique.
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A Difficult Decision
Season 4 Episode 5 | 1h 12m 6sVideo has Closed Captions
Carlos proposes, but Ana asks for more time. Pedro struggles to support Rita, financially and emotionally, through her crisis. Clara lets jealousy get the best of her, and Valentin fails to keep Patricia’s secret from Enrique.
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Learn Moreabout PBS online sponsorship-Estoy muy contenta de que estéis interesados por la tienda.
-Tendríamos que hablar con el director de las galerías.
Pero por nosotros... -Es perfecto.
-Hay una tienda que se ha quedado vacía y hemos pensado en comprarla.
-Mira, aquí tienes toda la documentación necesaria.
-Tendréis la mitad de lo que pedís.
-Eres un hijo de puta.
-Parece que las cosas van muy bien.
-Ahora que estamos intentando ser padres, hace falta más roce que nunca.
-¿Cuándo le vas a pedir a Ana que se case contigo?
-No es tan fácil, Cristina.
-Rodríguez, la línea masculina de Velvet no está ligada a mi imagen solo por una cuestión económica.
En realidad, la he diseñado yo en exclusiva para ellos.
-¿Cómo se lo ha tomado Pedro?
-Aún no se lo he contado.
Yo no me quiero morir.
-Tú no te vas a morir, ¿me oyes?
No vuelvas a decir eso nunca más.
-Tú no eres la única a la que le pasan cosas muy importantes, a mí también me pasan.
-¿Puedo saber cuáles?
-Tengo cáncer.
-He ido a ver al doctor Isasa, y me ha dicho que la única manera que tienes de enfrentarte a esto es operándote.
Hazlo por Pedro, por los niños, por mí, por lo que te dé la gana, pero te tienes que operar.
-He sabido por Marco que el local de Ana no va a contar con presupuesto suficiente.
-Veré lo que puedo hacer.
Sé que este proyecto es tu gran sueño, y yo quiero formar parte de él.
¿Quieres casarte conmigo?
[♪ Alba Llibre, Lucio Godoy: "Falling In Love"] [♪ música suave] -Dime que sí.
Di que te casarás conmigo.
-Carlos, yo, después de lo de Alberto, no... -Sé que Alberto era muy importante para ti.
Pero ya no está, y querría que fueras feliz.
-Yo no estoy sola, tengo un hijo y para mí es muy importante saber lo que él piensa de todo esto.
-Claro.
Yo no tengo prisa.
-No estaba dormido, ¿ya?
-Oh, claro.
-Me pidió que le leyese un cuento.
Antes me quedé un poco preocupado, ¿qué, qué ha ocurrido?
-Pues que esta tarde creí que todo el mundo se iría a la calle, y de repente llegó Carlos y lo solucionó.
-Ah, ese muchacho está siempre pendiente de todo.
-Carlos me ha pedido que me case con él.
-Es una gran noticia.
-Aún no le he dicho que sí.
Antes quiero hablarlo con Alberto... ...y con usted.
-¿Con Alberto y conmigo?
¿Una boda de consenso, dices?
Perdona, hija, es una broma.
Pero, si tú eres feliz, yo soy feliz, y no tienes nada, nada que consultarme.
-Pero yo no quiero dejarle solo.
-Y yo no quiero decidir por ti, hija.
No es que no quiera, es que no debo.
Es cosa tuya, tuya y de él.
Si de verdad quieres rehacer tu vida, adelante.
Adelante.
No, no, por mí no te preocupes.
Sabré sobrevivir a tu ausencia, Ana Rivera.
Lo que tengas que hablar, hija, con él.
Y sea cual sea la decisión, será siempre bienvenida.
¿Vale, hija?
Buenas noches.
-Buenas noches.
[♪ música suave] [quejido] [♪ música suave] -¿Qué haces?
-¿Cuándo me lo ibas a contar?
-Lo siento.
No quiero ser un problema.
-No quiero que digas eso nunca más.
Tú te vas a curar.
Yo voy a conseguir el dinero para la operación, lo que haga falta, pero tú te vas a curar.
-Nosotros no tenemos dinero pa pagar la operación.
-Nadie me va a decir lo que puedo hacer yo por ti.
Nadie.
-Venga, vamos a desayunar.
Venga, mamá, tengo hambre.
Hazme esas tostadas tan ricas.
-Deja a la mamá que descanse y os hago yo las tostadas, ¿eh?
-¿Tú?
Pero si tú siempre las quemas.
-Pero por un día que los haya quemado, no lo voy a quemar siempre.
-Venga, vestiros, que ahora mismo voy yo.
-¡Bien!
¡Bien!
-Vamos.
[♪ música suave] -Alberto, hijo, ven que te termine de poner el mandilón.
-¡Pica!
-Buenos días, buenos días.
-¡Hola, abuelo!
¿Se lo puedo decir?
-Sí.
-¿Qué?
¿Qué?
-Nadie se tendrá que ir de las galerías.
-¡Bravo!
¿Sabes?
Tienes una madre que no puede negar que es mi sobrina.
-Se lo voy a contar a los demás.
-Pero a ver, no... [risa] -¿No, no se lo has dicho?
-No, no he encontrado el momento.
-¿Qué te lo impide?
-Alberto.
Por las mañanas me levanto pensando en él, por las noches sueño con él.
Sigo enamorada de él.
-Verás, hija, es muy probable que no vuelvas a querer a nadie como has querido a Alberto, pero... ...pero ya te lo he dicho, es tu vida.
Si es eso lo que de verdad quieres, adelante.
Adelante, no estás haciendo nada malo.
[♪ música suave] -¡Vamos, vamos, vamos, vamos!
¡Hurra!
¡Hurra!
-Alberto, cariño.
-No es para menos.
Enhorabuena, Ana, lo has vuelto a lograr.
-Así es, Ana ha conseguido trasladar los nuevos talleres de confección y la venta de prêt-à-porter a otro local, así que ya no tenemos nada que temer.
[aplausos] -Tengo que confesarte que esta vez no las tenía todas conmigo.
-Yo tampoco, doña Blanca.
-Esta chica va a construir un imperio, don Emilio.
-Con un poco de suerte me retira.
-Bueno, primero tengo que hablar con Marco, a ver si está por la labor, que no sé.
Vámonos, cariño.
-¿Y galletas?
-Ay, es verdad, el desayuno.
Venga, vamos.
-¿Qué?
¿Cómo lo ve?
-No lo va a tener fácil, el italiano le ha declarado la guerra y, bueno, habrá que estar prevenidos.
-Hay que ver cómo han cambiado las cosas.
-Sí, estas galerías ya no parecen las mismas.
¿Hace un cafetito, doña Blanca?
-Con mucho gusto.
-Pues venga.
[tipeo] -Chao.
-Hola.
-Ayer estabas muy guapa.
-¿Qué?
-Os vi, a ti y al patillitas.
¿Tienes algo que contarme?
-¿Me estás espiando?
-¿Yo?
No, por eso tendríais que haberos escondido.
Y no, estabais abrazados en la calle delante de todo el mundo.
-¿Sabes qué?
Que si no confías en mí, creo que nos tenemos que tomar un tiempo.
-¿Un tiempo?
-Sí, un tiempo.
Creo que las relaciones se basan en la confianza, y la nuestra parece que solo puede ser laboral.
-Pero, Clara, pensaba que me pidieras disculpas, o que por lo menos me dieras una explicación.
[timbre] -¿Sí?
-Clara, ¿puedes venir un momento, por favor?
-Ahora mismo, don Mateo.
Con su permiso.
-¿Esa es tu última palabra?
-Como dices tú, "finito".
A no ser que me pidas disculpas como es debido.
Dime.
-¿Va todo bien?
-Sí, sí, sí, muy bien.
-Lo digo porque cuando te tocas así los dedos, es que estás nerviosa.
Y después de lo de ayer, no sabía si... -Ah, no, no, no.
No es por eso.
-Ya.
¿Quieres sentarte?
-No.
¿Me vas a interrogar?
-No.
No, solo que desde hace un tiempo... -Sí, te gusta beber solo.
-No, que va, no tiene que ver con esto, no.
Solo quería saber si estabas bien, nada más.
-Estoy bien.
Si no necesitas nada más... Gracias por preocuparte por mí.
-¿Quieres quedar?
-¿Quedar?
-Sin niños, para hablar tranquilamente, digo.
-Bueno, es verdad que sí que nos quedó algo pendiente, una conversación.
-Una conversación.
-Nada más.
-Nada más.
-Pues sabes a qué hora salgo.
-Pues luego nos vemos.
[♪ música suave] -Buenos días, Clara.
-Buenos días.
-¿Está Mateo en el despacho?
-Sí.
Ana, ¿qué ha pasado con el local?
-Ah, precisamente por eso vengo a verle.
Nos podemos quedar aquí.
-Menos mal.
-¿Tú estás bien?
-Sí.
Anda, pasa que te está esperando.
-Luego me cuentas.
-Adelante.
Si vienes buscando novedades, la respuesta es que todavía no.
-Yo sí, tenemos el local de doña Aurorita.
-¿Has hablado con Petra?
-No.
Carlos ha hablado con ella y le ha convencido para que acepte el dinero que nos da Marco para el alquiler.
-¿En serio?
Pero eso es buenísimo.
Bravo por Carlos.
Muy bien.
Ahora solo tenemos un pequeño problema, ¿de dónde sacamos el dinero Para la decoración del local y para hacer la obra del taller de confección?
-Me lo regala él.
-Sí que se está tomando en serio la conquista el piloto este.
-Podemos quedarnos con la parte buena, nadie en Velvet tendrá que irse a la calle y nosotros podemos continuar con el proyecto.
-Es cierto, perdóname.
No estoy acostumbrado a que me solucionen la vida.
-Yo tampoco.
Creo que te he demostrado con creces que voy a por todas... ...y lo importante que es para mí que estés a mi lado.
[timbre telefónico] -¿Sí?
Pásamelo.
Julián, dime.
¡Joder!
Perdóname, me he olvidado de la escritora por completo.
No, no, no, no, que no se vaya, que no se vaya.
Mantenla ahí, entretenla.
Que Ferrer la invite a comer.
A primera hora de la tarde estoy por ahí.
Hasta luego.
Perdóname, hoy no es un buen día.
-Bueno, tengo que ir a hablar con el italiano.
¿Cuento contigo o no?
-Está bien, vamos a verle.
-No me gustan las intromisiones de extraños en mi empresa.
-Carlos no es ningún extraño, él fue una parte fundamental del acuerdo de Velvet con Airsa.
-Recordemos que vino a esta empresa de la mano de nuestro exgerente.
¿A que sí, Enrique?
-Eso fue distinto.
-Pues claro que fue distinto.
Carlos no tiene ningún interés en estas galerías ni en el mundo de la moda.
Lo ha hecho por mí, no por Velvet.
-Precisamente por eso.
No quiero que los negocios se mezclen con las relaciones personales.
-Si eso fuera una directriz en esta compañía, me temo que las galerías estarían medio vacías.
-¿Lo dices por ti?
-Nos estamos desviando.
[habla en italiano] -Iremos a ver el local y ese fabuloso plan de remodelación.
Si todo es legal y la reforma es acorde con la línea de la empresa, adelante.
Señores.
-Bien, pues ustedes dirán.
-Hemos decidido que me voy a operar.
-No sabe cuánto me alegra oírle decir eso.
Es usted muy joven aún, tiene muchos motivos por los que luchar.
-No si el problema pa mí era el dinero.
-No hay ningún problema.
Ningún problema.
Doctor, usted díganos tan solamente lo que tenemos que hacer.
-Bien, pues deberíamos empezar por las pruebas previas a la intervención, tenemos mucho que preparar.
Quiero que lean detenidamente esta documentación, y me pregunten cualquier duda que tengan.
A partir de ahora es muy importante... ...tener una actitud positiva frente a la enfermedad.
Querer curarse ayuda a curarse.
-Eso es, una actitud positiva, Rita.
Bueno, ¿qué?
-¿No has oído a la enfermera, no?
-Sí.
-Nosotros no podemos pagar esos miles de pesetas, Pedro.
Yo ya sé que tú me quieres, pero no voy a caer como una loza encima de todos vosotros.
-¿De qué loza estás hablando?
-Estoy hablando de que este mes no tienes sueldo, y que tenemos que alimentar a dos críos y que tenemos que pagar el alquiler todos los meses.
Si pagamos la operación, no vamos a poder afrontar todos esos gastos.
-Rita, Rita, ¿qué ha dicho el doctor?
Ac-actitud positiva.
-El doctor no ha tenido problemas de dinero en su puñetera vida.
Actitud positiva.
-¿Puedes, puedes, puedes confiar, puedes confiar en mí un momento?
Si te digo que te vas a curar, te vas a curar.
Rita, es lo que más quiero en este mundo.
Y el dinero no va a ser un problema.
Si tú no estás en esta vida, a mí no me merece la pena estar aquí.
-Pedro, por favor, no digas eso, que tenemos dos niños.
-Por esa razón lo digo.
Dos niños que me has dado tú, y ni ellos ni yo vamos a permitir que tú no estés a nuestro lado.
Pero ¿te has dado cuenta esta mañana?
Yo les digo: "¿Oye, queréis que os prepare el desayuno?
", y mira cómo se han puesto.
Nosotros podemos con todo.
Con todo.
¿No deberías ir a trabajar?
-No, necesito trabajar.
Me llena la cabeza de otras cosas.
¿Qué haces?
¡Que no!
Es que no me gusta.
-Me gusta mucho verte reír.
Vamos a trabajar.
[♪ música suave] -Llévelo al probador de arriba, la señora De la Vega vendrá en diez minutos.
¿Cómo va todo, Rita?
-Pues, me voy a operar.
-Pero eso es maravilloso.
-Sí, es que Pedro se ha enterado hoy, y hemos ido juntos al médico esta mañana.
-No sabes cuánto me alegro.
Ya verás cómo todo va a salir bien.
-Ya, bueno.
A mí me encantaría convencerme de eso, pero luego pienso en mis hijos y me entran todos los males.
-Ya verás cómo podrás disfrutar de tus hijos muchos muchos años, Rita.
Pero quizás deberías tomarte unos días para poder disfrutar de ellos antes de la intervención, ¿eh?
-A lo mejor sí.
-Voy a hablar con el señor Cafiero.
-No, no, no, espere.
Es que tengo que hablar con Ana y todavía no he podido hacerlo.
-Muy bien, ya sabes dónde encontrarme.
-Gracias.
-No, no es suficiente, pero no pasa nada, madre.
Pero si lo importante es... Tío Jacinto, ¿qué tal?
Soy Pedro, soy su ahijado.
Sí, mire, me ha dicho mi madre Conchi que le llame porque tengo un problema económico, y quería saber si... Tío Félix, ¿qué tal?
Soy, soy Pedro.
Soy el ahijado de Jacinto.
Tía Mari Carmen, ¿qué tal?
Soy Pedro, soy su sobrino, su sobrino nieto, ¿se acuerda?
Sí, gracias.
Está bien, son 400 pesetas.
Está bien, gracias.
Cuatro mil seiscientas.
Doce mil seiscientas pesetas.
¿De dónde saco yo el dinero que me falta?
[♪ música suave] -Lo que sea, Enrique, lo que sea.
Pero no quiero que vaya adelante, todo esto es un disparate.
-Ya se nos ocurrirá algo.
-¿Se puede?
-¿No ve que estamos reunidos?
-Sí, sí, sí.
Bueno, tan solamente les voy a robar un, un minuto.
Don Enrique, señor Cafiero, necesito su ayuda.
Bueno, realmente es que no sé cómo pedirle esta ayuda porque es, bueno, es bastante complicado y... -Señor Infante, se nos está agotando la paciencia y no ha empezado usted todavía.
-Sí, es que no me esperaba encontrarles aquí a, a los dos.
Necesito una segunda oportunidad.
-Ya se la he dado.
-Sí, y estoy muy agradecido por ello, pero necesito que me quiten la suspensión de sueldo de este mes y... ...y que me concedan un préstamo.
-¿Pero usted se ha vuelto loco?
-Bueno, le pueden llamar también como un, como un adelanto de sueldo.
-Parece que usted ha perdido el juicio.
-Sí, lo he perdido.
Es que mi mu... mi mujer Rita, que saben... ...tiene cáncer.
Y necesito el dinero para la operación.
-Eso es un asunto privado, y nos corresponde a nosotros solucionarlo.
-¿Cuánto necesita?
-Enrique.
-Su mujer ha sido siempre leal a esta casa.
Y nadie debería enfrentarse solo a algo así... ...y menos ustedes.
Así que ¿cuánto necesitan?
-Setenta y seis mil pesetas.
-Es mucho dinero.
-Muchísimo.
Sí.
Por eso pido su ayuda.
-Bueno, todo dependería del acuerdo al que pudiéramos llegar.
-¿Cómo?
Yo estoy dispuesto a, a trabajar todos los días y a doblar, a doblar turnos y hacer lo que sea, ¿eh?
-Esto sería un encargo un tanto especial.
-Bueno, lo que sea, haré lo que sea.
-Bien.
Pues en ese caso, pásese por las galerías al final de la tarde, a eso de las 20:00.
-Muchísimas gracias, de verdad.
Aquí estaré.
Gracias de antemano, don enrique.
De verdad, gracias y gracias.
-¿Ahora vas a contarme en qué estás pensando?
-Más bien vayamos hablando de lo que voy a sacar yo de todo esto.
-No es que haya dicho que no, pero quiere hablarlo con el niño.
Necesita tiempo para pensar.
-Sigue enamorada de Alberto.
-No es eso.
Ana es una mujer independiente y lleva toda la vida en las galerías, no es solo el tema de casarse.
-Ay, Carlos, por favor.
Ninguna mujer enamorada pone tantas pegas por mudarse, y menos viviendo como viven en las galerías.
-Oye, vive exactamente donde ella ha elegido vivir, y tiene dinero de sobra para irse.
-Entonces ¿cuál es el problema?
-Ya te lo he dicho, que quiere hablarlo con el niño.
¿Qué hacemos?
-Pues si es cosa del niño, creo que ya sé cómo tengo que actuar.
-No, pero no pienso meter a Albertito en todo esto.
Eso es cosa de su madre.
-Pero ¿por quién me tomas, Carlos?
Yo también soy madre.
Solo necesita un empujoncito, nada más.
Hoy celebro el cumpleaños de Cris... ...y creo que puede ser bueno que tengamos un invitado más.
[♪ música alegre] Miriam, disculpe.
-Sí, dígame.
-Hágame el favor de entregarle este sobre a la señorita Rivera.
-Por supuesto, ahora mismo se lo llevo.
-Gracias.
Buenos días.
-¿A qué viene tanta alegría?
-Hoy es el cumpleaños de tu sobrina.
Le he preparado una fiesta estupenda, ¿vas a venir a soplar las velas?
-Justo esta tarde tengo un compromiso ineludible.
-Ya, seguro que es el mismo compromiso que te ha impedido venir a vernos durante cinco años.
-No me gustan los niños, y yo no les gusto a ellos.
Todo en orden.
-Nunca es tarde para cambiar.
-La gente no cambia.
-¿Me vas a decir que nunca piensas en Lourditas?
-¿Sinceramente?
Sí, pero entonces recuerdo que vive con su madre y se me pasa todo instinto paternal.
Feliz cumpleaños.
-Tenemos local.
-¡Ay!
¡Cuánto me alegro!
-¿Estás bien?
-Sí, sí, muy bien.
Es que llevamos una racha que últimamente ni nos vemos las caras.
-¿Seguro que estás bien, Rita?
Porque si no fuera así, me gustaría saberlo.
-Desde que tuvimos a los críos, ya no hablamos tanto.
Es una pena, pero, pero, bueno, así, así tiene que ser.
Pase lo que pase, tú eres mi mejor amiga, y, y siento no habértelo dicho antes.
-Rita.
-¿Te acuerdas de la última vez que fui a...?
-Ana, disculpa que te moleste, pero la señora Otegui me ha dado esto para ti.
-Gracias, Miriam.
-A ver si va a ser algo urgente.
-"Queridos Ana y Alberto, esta tarde celebramos el cumpleaños de Cris y nos encantaría que pudierais asistir, sería un nuevo paso adelante en nuestra relación.
Os esperamos a las 18:00 en casa.
Atentamente, Cristina Otegui".
-Bueno, una fiesta de cumpleaños.
-¿Hace años que no nos hablamos y ahora me viene con estas?
-A lo mejor ha cambiado.
-No me fío, Rita.
-No, si ya normal, después de todo lo que te hizo.
Pero la vida es muy corta pa estar siempre enfadada.
-¿Qué me estabas contando?
-En otro momento, ¿eh?
Cuando estemos un poco más tranquilas.
-De hoy no pasa, ¿eh?
-Bueno, ¿y qué?
¿Me vas a enseñar el local?
-Mira, pues si quieres te recojo esta tarde y nos vamos a verlo a solas, como los viejos tiempos.
-Como los viejos tiempos, venga.
-Y así charlamos.
[♪ música emotiva] -Ay, perdóneme.
-Perdón, pero no se preocupe.
Es una invitación de cumpleaños para Alberto.
-No, le va a encantar.
-No, si no le voy a llevar.
Cristina le ha invitado al cumpleaños de su hija.
-¿Y por qué no le vas a llevar?
¿Eh?
-¿Qué?
¿Van a hacerse amigos ahora?
Vaya tontería.
-Son niños, hija.
-No, no, pero yo no quiero que tenga nada que ver con los Otegui, ni que se mezcle con ellos, ni que se relacione... -Ana, te escucho y me parece oírme a mí hace 15 o 20 años.
No cometas el mismo error que yo.
Tú sabes mejor que nadie cómo acaba esta historia.
-Esto es diferente.
-Como tiene que ser, diferente.
Todo tiene que ser diferente ahora.
Sobre todo para ellos, para los niños.
Bueno, sigo, sigo con lo mío.
-Sí, es que en todas pone lo mismo el señor De la Riva.
Ya puede usted celebrarlo.
-Déjese de celebraciones y siga leyendo, por favor.
-Mire, dice.
"Ayer tuvo lugar la presentación de la nueva línea masculina de las Galerías Velvet.
Esta colección...".
-Ese párrafo ya lo ha leído.
El siguiente.
-"La nueva línea masculina de las Galerías Velvet supone un puntal de gusto exquisito y elegancia insuperable".
Sí, es que ¿qué más quiere?
¡Elegancia insuperable!
-Siga.
-"En esta ocasión, el aire nuevo viene de la mano de Humberto Santamaría, el gran actor del momento que ha conseguido concederle un toque único a las nuevas creaciones.
Esta es su primera experiencia como diseñador...".
-¿Qué?
-Y sin duda, sorprendido.
Ah, no vale la pena seguir leyendo, si a usted le dejan por las nubes en todas las otras.
-¿Qué, qué?
"Galerías Velvet y Humberto Santamaría presentan sus nuevas creaciones.
Humberto Santamaría.
Alberto Santamaría deslumbra como diseñador.
Humberto Santamaría deslumbra como...".
-¡Señor De la Riva!
-Pero ¿cómo te has desmayado, Raúl?
No te puedes llevar estos disgustos.
¿Te han mirado la cabeza?
A ver, déjame.
Y esto de aquí, ¿cómo estás?
¿Te duele?
¿Te duele?
-¡Ay!
-Ay, perdón.
-Esto tiene que haber sido un error de impresión.
-¿Un error de impresión?
Un error de impresión sería que me hubieran llamado Raúl de La Rova, pero por no llamarme ni me nombran.
Patricia, esto es un artículo enterito.
Apártalo de mi vista, por favor.
Donde este malnacido dice que es el diseñador de mi nueva colección masculina.
-Pero ¿entonces lo que te molesta es que no te haya nombrado o que diga que Humberto es el nuevo diseñador?
-Bromas no.
Mírame, mírame la cara.
Hoy no, hoy no.
-Muy bien, de acuerdo.
-Raúl, todo el mundo sabe que eres el diseñador de estas galerías.
Deberías estar feliz de que hayan dedicado un artículo completo a hablar maravillas de la colección.
-¿De la colección?
Pero vosotros queréis matarme, ¿no?
¿Queréis acabar conmigo?
La colección es mi colección.
Mi colección.
Exijo unas disculpas públicas de Humberto Santamaría en la prensa a doble página.
-Sabes que eso es una locura.
-Si no llamas ahora mismo Humberto Santamaría, cuelgo las tijeras y aquí no se cose un traje más.
-No, tú tienes un contrato con esta casa.
-Pues me denuncias, que me metan en la cárcel, y a ti que te diseñe el bandolero de España.
-Tienes toda la razón, Raúl, y vamos a hacer todo lo posible para que así sea.
Pero tienes que darnos tiempo, eso lo entiendes, ¿verdad?
-Raúl, está claro que esto no... -Veinticuatro horas, lo que tarda en salir la siguiente edición.
-No, no, no, no.
De verdad, créame.
Humberto está muy contrariado.
Bueno, ya sabe cómo son los periodistas.
Es que, es que ni él mismo sabe cómo ha podido pasar.
-Sí, estamos seguros de que es así, pero Raúl necesita una disculpa pública.
-Y una disculpa en persona.
-Y una explicación.
-Esto parece un colegio.
-Está bien, deje que hable con él.
Muchas gracias y disculpe.
-Gracias, Ricardo.
Quedamos a la espera.
-A la espera.
¿A la espera de qué?
¿De que se le pase la trompa?
¿Hmm?
Muy bien.
Veinticuatro horas.
-¡Raúl!
Raúl.
-Deberíamos contárselo a Marco.
-Vamos a esperar, una disculpa debería ser suficiente.
-Estás irreconocible.
-Toc, toc, toc.
-¿Se puede saber qué haces con todo eso, Valentín?
-Uy, calla.
Calla, que por los pelos me quedo sin nada, ¿eh?
Este Raúl salía hecho una furia, ¿hmm?
-Enrique, ¿nos dejarías un momento a solas?
-Pero, Patricia, si Enrique es de la familia.
¿Hmm?
-Valentín... -Vamos a ser papás.
¿Qué?
¿Cómo te quedas?
¿Eh?
¿No es hermoso, un pequeño Valentín?
Bueno, lo confieso.
Sí, estoy convencido de que va a ser niño, ¿eh?
Sí, lo siento.
Mira.
Ropitas, pañales y baberos.
¿Hmm?
Enrique, dame un abrazo.
No, dámelo, dámelo.
Gracias, admito que estoy exultantemente feliz.
¿Eh?
-Claro.
Y de, bueno, ¿de cuánto?
-De nada, de nada, fue apuntar el tiro, y ¡pum!
Hombre, también es verdad que llevo toda la vida dedicándome a la caza, y, bueno, pues, no podía ser de otro modo.
Somos tan felices.
-Te pedí que no dijeses nada porque todavía es muy pronto.
-¡Ay!
Ya sabes cómo son las mujeres de prudentes con estos temas.
Creo que todo va a ir bien, cariño, la felicidad hay que compartirla.
¿A que sí, Enrique?
-Sí.
Bueno, os voy a dejar compartiéndolas.
-Claro que sí.
-Si me disculpáis.
-Claro.
[♪ música alegre] -¿Cómo has podido?
-Pero... Madre mía, cariño... -No me toques.
-OK.
Ey.
Seguro que esto son las hormonas.
Tranquila, tú tranquila.
Respira hondo, cariño.
-Pero ¿cómo voy a estar tranquila si no me dejas estarlo?
-Uy, uy, uy.
Pero qué cositas tan feítas me dice mi dulce flor.
Ey, que todo va a ir muy bien, cariño.
Todo el mundo se alegra de nuestra felicidad.
No, no hay por qué ocultar nada, nada.
-Valentín, gustaría estar sola.
¡Cállate!
¿Me puedes dejar sola, por favor?
Llévate esto.
-Seguro.
Me lo llevo, ¿eh, cariño?
Venga.
Y yo, yo me voy con ello.
Eso es.
Te espero en casita, ¿eh?
[♪ música alegre] -Por fin te encuentro.
Me voy a la revista.
Quería saber si necesitabas algo.
-Gracias por seguir apoyándome, Mateo.
-Para mí esto tampoco es fácil.
De verdad no quería ofenderte con lo de Carlos, pero es que sin Alberto no... Aún no he encontrado mi sitio aquí dentro.
-Si solo fuera aquí.
Sigo enamorada de él como el primer día.
Carlos me ha pedido que me case con él.
Tu opinión para mí es muy importante.
-No soy yo quien tiene que decidir eso.
Te mereces ser feliz.
-Eso es no decir nada.
-Me voy, que tengo que pasar por el despacho.
[♪ música suave] [timbre telefónico] -Galerías Velvet, ¿dígame?
Sí, este es el despacho de don Mateo Ruiz Lagasca.
Mhm.
No, ahora mismo no está en su despacho, pero si quiere, puede dejar el recado.
Muy bien.
Ajá.
-Buenos días, Clara.
-Sí.
Mhm.
Muy bien.
Sí, sí, sí, sí, no se preocupe.
Ya le digo yo que en la suite de siempre.
No se preocupe.
Venga, gracias.
-¿Clara, sabes si Marco ha venido por las llaves?
Pero ¿tú te has vuelto loca?
-Pensé que ibas a pedirme perdón.
-¿Perdón yo?
¿Por qué?
-Qué asco, por esto me separé de ti.
-Yo me separé de ti.
-¿Quieres otra?
-Pero por tu culpa me separé.
-¿Por mi culpa?
¿Cuándo vas a acabar con esa mierda de historia?
-¿Pero qué historia?
¿Qué dices?
-Te ha llamado la escritora de Ardiendo en penumbra, que te espera en la suite de siempre.
-Aliento en penumbra.
Y no es nada, esa mujer no, no, no... -Mateo, venía las llaves de la tienda de doña Aurorita.
Deduzco, sí, deduzco que ya se lo has dicho, patillitas.
-Aquí tienes las llaves.
Hacéis una pareja estupenda.
[♪ música suave] -Humberto.
¿Humberto?
Humberto.
Humberto.
¡Humberto!
-¿Qué?
¿Qué?
Joder, ¿qué haces, qué haces aquí a estas horas?
-¿Tú le has dicho a la prensa que eres el creador de la nueva colección de Raúl de la Riva?
[risa] Esto es increíble.
Tienes que disculparte ahora mismo, me acaban de llamar de las galerías.
-¿Yo me tengo que disculpar con quién?
-Es que esto no es ninguna broma, estamos de pufos hasta arriba, y todavía tenemos pendiente una parte del cobro.
-Eso es por tu culpa, que eres un inútil.
No sé ni pa qué te pago, ni cobrar a tiempo, sabes.
Anda, lárgate y déjame dormir.
-Como siempre, voy a tener que salvarte el pellejo.
-Buenos días, señorita, ¿le puedo ayudar en algo?
-Pues sí, estoy buscando a Jonás Infantes.
-¿Antonia?
¡Antonia!
-¡Hermano!
-¿Qué haces aquí?
-Ay, déjame que te vea.
Déjame que te vea que estás guapísimo.
-Cuidado, cuidado, que te vas a pinchar.
Antonia, Antonia, Antonia.
-Tenía unas ganas de verte que me moría.
-Nos está mirando todo el mundo.
-Bueno, cualquiera diría que no te alegras de verme.
-Mujer, si os estoy diciendo que vengáis a verme desde que estoy aquí, pero no te puedes presentar por la puerta principal.
Anda, vamos.
Vamos, ¿vienes sola?
-Sí, claro, claro.
-Gracias, Miriam.
-Por nada.
-Hasta luego.
-Mujer... [inaudible] que mientes más que hablas.
-Sí, que no te estoy mintiendo... -Sh, sh.
-Te lo digo de verdad.
Dejé la escopeta y se lio ahí a tiros a 5:00 de la mañana, imagínatelo.
-¿Qué llevas aquí?
-¿No habrás venido pa quedarte?
-¿Qué va, hombre, qué va?
¿Voy a venir pa quedarme?
Lo que pasa es que como no sabía qué tiempo iba a hacer, pues he pensado: "Tú, precavida, coge para el frío y pa'l calor".
Pero oye, que si en algún momento dado necesitáis gente, ya sabéis que a mí lo de ser modista se me daría muy bien.
-Vente pa'acá, "pa'l frío y pa'l calor".
¿Me vas a contar a qué has venido o tengo que llamar a casa pa enterarme?
-Bueno, vale, te lo voy a decir, pero chitón.
-Depende.
-Pues mira que me he enamorado.
Ea, ya te lo he dicho.
-¿De quién?
-Pues de un muchacho de aquí, de Madrid, guapísimo.
Nos estamos escribiendo por carta.
Y nada, nos hemos enamorado mucho.
-Pero ¿tú le has visto alguna vez?
-Pues mira, no.
Pero esas cosas se notan por cómo escribe.
-¿Y a padre qué le has dicho?
Porque... -Pues lo mismo que tú cuando lo de ser sastre.
Nada.
Bueno, sí, en realidad le he dicho que tú me habías invitado a la capital dos días.
Bueno, unos días.
-¿Cómo?
Pero, Antonia, menudo embolado, y me metes a mí de por medio.
-Pero, bueno, ¿no te habré cubierto yo a ti veces?
-Mira, porque me hace ilusión que estés aquí, hasta el fin de semana te doy.
No, ni un día más.
Y a conocer al chico este, te acompaño yo.
No vayamos a tener un disgusto a estas horas.
-Que sí, que te dejes ya de sermones y enséñame todo esto, que lo estoy deseando.
-Es pa'llá.
Madre mía, nos van a echar de las galerías y yo aquí con invitados.
[♪ música alegre] -"Siento muchísimo cualquier malestar que haya podido causarle a don Raúl de la Riva y espero que esta nota sirva de disculpa.
Sin otro particular, y para que así conste, reciba un cordial saludo.
Firmado, Humberto Santamaría".
Esto no lo ha escrito Humberto, ¿verdad?
-Por supuesto que sí.
-Mire, señor representante.
Conozco muy bien a la estrellita que lleva, y sé que esto no la ha escrito Humberto Santamaría.
-Raúl.
-Mira, querías unas disculpas, y ahí están.
-Cuando alguien se quiere disculpar de verdad, da la cara, se presenta en persona o llama por teléfono.
No manda una notita.
-Le he tenido que escribir yo, pero él me la dictó por teléfono.
Tenía que salir hacia Sevilla.
-Ah.
Ay, Dios.
¿A Sevilla?
Y si es así, ¿por qué he leído esta mañana en la prensa que iba a acudir a la muestra anual de coros y danzas que se celebra esta noche en el Parque del retiro de Madrid?
-Raúl, tranquilízate.
-¿Dónde está?
¿Él ahora mismo dónde está?
Lléveme delante de ese farsante, que me mire a la cara y que me diga lo que me tenga que decir.
-Bueno, parece que va a ser la única solución.
-Está bien, sígame.
-Por favor, mantenedme al tanto de todo lo que pase.
Yo me tengo que ir.
Estaré en casa con la niña.
-Tú y yo tenemos que hablar.
-Tengo que hacer una llamada, Enrique.
-Patricia.
Espera, ¿cuándo me lo ibas a decir?
-¿El qué?
-¿Cuándo me ibas a decir que estás embarazada?
-¿Por qué tendría que hacerlo?
-La cuestión es, ¿por qué no querías hacerlo.
¿Es mío?
-No te preocupes, estás exculpado.
-Por eso tu actitud últimamente.
-¿Y qué esperabas, que te hiciera el padrino?
-O sea que es mío.
-Y si lo fuera, ¿qué?
¿Me vas a decir que me quieres?
¿Te vas a echar a mis brazos?
¿O te vas a volcar con él como lo haces con Lourditas?
No es tuyo, es de Valentín.
Eso, vete.
-¿Ana?
¿Interrumpo?
-No te preocupes, Cristina.
-¿Son los planos del local?
-Sí.
-Me alegro mucho de que se haya arreglado todo.
-Gracias, yo también.
Pero aún queda mucho por hacer.
-Ya.
Ya imagino.
Bueno, yo venía para comprobar que había recibido la invitación del cumpleaños.
-Ah, sí.
Me la trajo antes Miriam.
-No quiero ponerte en un compromiso.
Pero, bueno, me pareció una buena manera de volver a empezar.
-Sí, quizás lo sea.
-Muchas gracias.
Es muy importante para mí.
-Allí nos vemos entonces.
-Perfecto.
Hasta luego.
-Hasta luego.
-¿Qué te decía?
-Al final voy a llevar al niño al cumpleaños.
No sé qué va a salir de todo esto.
-Bueno, no tiene por qué salir mal.
¿Nos vamos?
-Sí.
Voy a buscar mi abrigo, ¿me esperas fuera?
-Sí.
-Bueno, luego recoge esto.
Tengo una ganas de que lo veas.
-Sí, yo también.
-Ya verás.
Tío, le estaba buscando.
-Estoy tratando de poner al día todo esto, con el lío del jefe de planta... -Ya, ya me imagino.
Quería decirle que al final voy a dejar que Alberto vaya al cumpleaños.
-Lo sabía, hija, lo sabía.
-No estoy muy segura, pero no quiero que se repita la historia.
-Lo van a pasar muy bien, ya lo verás.
-Bueno, me voy a enseñar el local a las chicas.
Luego me paso por allí.
-No te preocupes, yo voy a buscarle y la llevo al cumple.
-Pensaba ir antes a comprar un regalo a la niña.
-También podemos hacerlo nosotros.
-¿Seguro?
-¿Cómo te crees que sobrevivimos a tus ausencias, Ana Rivera?
Vamos, que vas a llegar tarde.
-Desde luego, ya veo que no me necesitan para nada, ¿eh?
-Anda que al final os tengo que esperar yo a vosotras.
¿Y Rita?
-Está afuera ahí esperando, vamos.
-No.
No, no pasa nada, hija.
Pero como hace tanto tiempo que no hablamos, quería saber cómo estabas.
-Llévese todo eso de ahí y avise a Jonás, por favor.
-Ahora mismo, don Emilio.
-Sí, sí, claro.
Te llamaré en otro momento.
No te preocupes, hija, un beso.
-¿Todo en orden, doña Blanca?
-Sí, sí, no me puedo quejar.
Ay, don Emilio, uno no se da ni cuenta y el tiempo va pasando y la vida se nos escapa de las manos.
-Caramba, doña Blanca, está usted muy filosófica.
-¿Usted no se ha preguntado nunca si está realmente donde quiere estar?
-Pues ahora que lo dice, me pregunto más bien dónde no estoy, y dónde no he estado, y dónde posiblemente no estaré nunca.
Y ¿por qué?
Porque uno en realidad quiere estar... -Me parece que se está haciendo usted un lío.
-Quiero decir que uno debe estar en el lugar en el que realmente quiere estar.
-Ya, pues yo creo que casi nunca he estado donde quiero estar, y casi siempre donde debía estar.
-Pues yo que usted me olvidaría de los deberes, doña Blanca.
Cuenta usted con unos haberes magníficos.
Se lo digo yo, hágame caso.
Hasta luego.
-Tranquilícese, señor de la Riva.
Yo estoy muy tranquilo, muy tranquilo.
¡Humberto Santamaría, abre la puerta!
[descarga de inodoro] No me lo puedo creer.
¿Está cagando?
¿Está cagando?
¿Yo con el labio roto esperando una disculpa y él está cagando?
[♪ música alegre] ¡Te mato, te mato!
¡Te mato!
Te mato, te mato.
¡Borracho de mierda!
¡Te mato!
-¡No, no, no!
-¡Lo mato!
¡Te voy a matar, ven aquí.
¡Te voy a matar!
¡Ven aquí!
¡Te voy a matar!
-Basta, por favor.
Basta.
-¿Qué hace este aquí?
-Humberto, tranquilízate.
Hemos venido para resolver el malentendido que se ha producido con los diseños.
Y yo ya le entregué a don Raúl la carta que me dictaste por teléfono, solo que él ha preferido hablar contigo en persona.
Sí.
[risa] -¿Se está riendo?
[risa] -Maldito engreído.
Engreído.
-Lo sabía, sabía que no tenía ninguna intención de disculparse.
Eres un miserable.
-Engreído.
-Miserable.
-¡Engreído, engreído!
-Miserable.
¡Miserable!
-Que en mala hora acepté los dos duros que me pagáis.
-[gritando] Los dos duros que te pagamos sirven para cubrir tus repugnantes vicios.
-Vamos a ver si nos tranquilizamos, por favor.
Ahí fuera hay un montón de prensa esperando por una jugosa noticia.
Así que un numerito más como este, y estará en juego la carrera de los dos.
¿De acuerdo?
Así que vamos a ver... ...si conseguimos llegar a un tipo de acuerdo.
-¿Qué acuerdo, hombre?
Qué acuerdo ni qué acuerdo.
¿No quería publicidad para su coleccioncita?
Pues ahí la tiene.
-Humberto.
-Quiero hablar un momento a solas con Humberto.
-Yo no tengo nada que hablar contigo.
-Don Raúl, no voy a dejarle a solas con él.
-No le voy a hacer daño, lo prometo.
Solo quiero hablar un momento con él, por favor.
-Está bien.
Estaré ahí fuera, esperándole.
Aquí mismito, en la puerta.
-Cerrada.
-¿Qué?
-La puerta cerrada.
-Cómo no.
-¿A ti qué mierda te pasa conmigo?
Mira, no eres el primer imbécil con el que me cruzo.
Y sé perfectamente que los tipos como tú esconden algo muy turbio ahí dentro.
Entonces ¿esto de qué va?
¿Eh?
¿Por qué te pone tan nervioso la gente como yo?
Mírame.
Venga, ten huevos y reconoce que has sido tú, reconócelo.
Ten huevos y demuéstrame que eres el machote que toda España piensa... -Bueno, ya.
Vale, ya.
Sí, he sido yo.
-Nunca llegarás a nada... ...porque eres un fraude.
-Es verdad, soy un fraude.
Una auténtica farsa.
La gente me desea porque... ...no sabe quién soy.
El bandolero de España, el conquistador de mujeres.
No puedo ser tu imagen, Raúl... ...porque ni yo mismo sé quién soy.
-Mira, por lo menos ya sabes lo que no eres.
Yo no sé si te puedo ayudar o no... ...pero si quieres empezar a cambiar, ya sabes por dónde.
Haz con tu vida lo que te dé la gana.
-¿Qué, qué tal todo?
¿Bien?
¿Cómo, cómo ha ido?
Pero ¿qué haces?
-¡Ricardo, por favor!
¿Diario La tarde?
Sí, quiero hablar con Antonio Sotelo.
-Humberto, ¿qué vas a hacer ahora?
Sea lo que sea, no lo hagas.
-Antoñito, soy Humberto.
¿Habéis cerrado la edición?
Aún no, perfecto.
Tengo una exclusiva de campanillas.
Tus colegas de profesión han metido la pata.
Me han atribuido el diseño de la colección masculina de Velvet.
Y eso no es cierto.
No, yo solo he contribuido con mi imagen, con mi popularidad y mi credibilidad.
La obra es de Raúl de la Riva.
Que España lo sepa.
Gracias.
-Cómo echaba de menos estos momentos con vosotras.
-Y yo.
-Bueno, ¿qué?
¿Qué os parece?
-No me digas que este es el local.
-Sí.
-Madre mía.
-Bueno, esto puede quedar maravilloso.
-No seas exagerada, que todavía hay muchísimo que hacer.
¿Queréis verlo por dentro?
-Sí.
-Sí, vamos.
-Hola.
-¡Qué ganas tengo de verlo!
-Bienvenidas a mi sueño hecho realidad.
-Me encanta.
-¿Así es cómo va a quedar?
-Bueno, este es el proyecto que me regalo Carlos, pero el pobre no tiene mucha idea de moda.
¿Qué os parece?
¿Rita?
Estoy muy orgullosa de ti.
-¿Y cómo lo vas a rehacer?
-Bueno, pues mira, venid.
Por aquí quiero poner la zona de los probadores.
Y aquí quiero organizar modelos por colores, tallas.
Aquí mostradores para poder apoyarnos.
Y la caja registradora, claro.
-Uy, eso, eso, eso, dinerito, ¿eh?
Que si no, el negocio no funciona.
-Pero ¿y qué pasa con los talleres?
Ahora no te vayas a olvidar de dónde vienes, que ahí se cuece lo más importante.
-Pero ¿qué me voy a olvidar?
Anda, venid por aquí, que están aquí.
¡Ven, corre!
¡Tachán!
-Esto es la casa de [inaudible].
-Bueno, Carlos se ha portado, ¿eh?
Esto es muy generoso.
-Y decías tú que no iba a poner un taller, ¿eh?
Carlos me ha pedido que me case con él.
-¿Tú estás segura?
-Pues, sería un buen padre para mi hijo y me ayudaría a olvidar.
A olvidar que Alberto ya no está... ...y no va a volver.
Aunque me cueste mucho hacerme a la idea... ...de que no lo voy a volver a ver nunca más.
-Yo creo que ahora no tienes que pensar en eso, porque tienes un negocio muy bonito y va a ir todo muy bien.
Le va a ir muy bien.
-Sí.
[crujidos] -Hola.
-¿Marco?
-¿Hay alguien aquí?
¿Hola?
Vaya, no sabía que estabais aquí.
Clara.
-Nosotras nos íbamos ya.
-Nos ha encantado el local.
-Ana, nos vemos luego, ¿eh?
-Sí, luego nos vemos.
-¿Y bien?
[portazo] -No está mal.
Por lo que veo, no hay que hacerle mucho arreglo.
-No, podríamos empezar pronto.
-Ya veo.
Una buena elección.
-Pues, hecha la visita, me tengo que marchar.
-Yo cierro.
Hasta mañana.
[♪ música de suspenso] [portazo] -Niñas.
No, a jugar al jardín.
A jugar al jardín que aquí os vais a hacer daño.
Venga, vamos.
[inaudible] Don Emilio, qué alegría.
Yo pensé que no venían.
-Queríamos traer un regalo a la niña, nos hemos entretenido un poco.
-No hacía falta.
-Es un camión de bomberos.
-No ha habido manera de que eligiese otra cosa.
-Pues seguro que le va a encantar.
Anda, ¿por qué no sales a jugar al jardín, que se lo están pasando pipa?
-Abuelo, ¿me puedo ir a jugar?
-Claro que sí, adelante, adelante.
-¿Le apetece quedarse a tomar algo?
-Muchísimas gracias, pero demasiados niños.
-Hmm, ¿café?
-No, no, no.
Ni por esas, muchas gracias.
Gracias.
-Buenas tardes.
Don Emilio.
-Carlos, ¿qué tal?
-¿Cómo está?
-Le invité yo, como pensé que vendría Ana.
-Ana tiene trabajo, vendrá luego para recoger al niño.
-Si quiere, puede marcharse.
Voy a estar yo aquí hasta que ella llegue.
-Me parece muy bien.
Pues buenas tardes.
-Muchas gracias por venir.
-Adiós.
-Adiós.
No deberías perder el tiempo.
Deberías ir a buscar al niño.
Es el momento que necesitabas.
-Eres terrible.
-Yo no llevo años engañando a Ana con la muerte de Alberto.
-Una, dos y tres.
-Por aquí.
-¿Por dónde?
-Por aquí.
-¿Estoy cerca?
-Mh, mh.
-¡Te pillé!
-Sh.
Ven, escóndete.
-¿De quién nos escondemos?
-De los demás.
-¿Por?
-Me alegro que hayas venido.
-Y yo de que me hayas invitado.
-Pero ¿qué hacéis aquí?
¿Qué hacéis aquí escondidos?
¿Y tú qué tienes aquí detrás de la oreja?
Una moneda de chocolate.
-¡Ostras!
-¿Y tú quién eres?
-Es Carlos.
¿Mi mamá?
-Mamá viene después.
-¿Es tu papá?
-Algo parecido.
-Qué suerte, yo vivo sola con mi mamá.
-Y yo también con la mía.
-Bueno, eso podría cambiar si quisieras.
-¡Niños!
¡La tarta!
-¡La tarta!
¿Vienes?
-¿Vienes?
-Claro.
-♪ Porque es una chica excelente ♪ ♪ Porque es una chica excelente ♪ ♪ Porque es una chica excelente ♪ ♪ Y siempre lo será ♪ ♪ Y siempre lo será ♪ -Ahora, cielo, pide un deseo.
¡Bien!
[aplausos] -Hola, cielo.
-Hola, amor.
¿Qué haces?
-¿Qué voy a hacer?
-Ya te he dicho que tú no puedes hacer esfuerzos, Rita.
-Que esto es colgar la ropa, no picar piedra.
-Yo me encargo, tú lo que tienes que hacer es descansar.
-¿Y los mellis?
-Con Reme.
-¿Sí?
-Sí.
-Ah, pues entonces si tú recoges esto, yo iré a por ellos, ¿eh?
Sí, la pobre lleva toda la tarde enclaustrada con los dos.
-Que no, que tiene que estar en el parque, ya... Llevarán dos horas, y con el buen día que hace.
Rita.
-¿Qué?
-¿Te puedo decir una cosa?
-Sí.
-Siéntate.
Siéntate.
Que estaba esperando que estuviéramos tranquilos para decirte esto.
Que ya está todo solucionado, he hablado con el señor Cafiero y nos va a dar un adelanto, Rita.
-¿No lo estás diciendo en serio?
-Sí.
-Pero ¿ya qué esperabas para decírmelo?
-Para estar tranquilo contigo como estamos ahora.
-¿Y cómo lo has conseguido?
-Pues mira, hablé con el señor Cafiero, lo escuchó don Enrique y se va a hacer cargo de todo.
-¿Don Enrique?
-No sabes cómo hablaba de ti, Rita.
Te puso por las nubes.
Luego la gente decía que don Enrique no tiene corazón.
Y fíjate, gracias a él te vas a operar.
-Pero ¿y te va a adelantar el dinero así sin más?
-No, no, tú haces un trabajillo extra esta noche, pero vamos.
-¿Y qué tienes que hacer?
-Pues no sé.
Pero vamos, como si tengo que limpiar el almacén entero, que a mí me da igual, Rita.
-Bueno, no te vayas a meter en problemas.
-Que no, hombre, pero si es que tenías que haber escuchado a Enrique cómo hablaba de ti, Rita.
Que eras una gran trabajadora, porque Rita es una gran profesional, porque Rita es una gran persona.
Es que todo el mundo de las galerías te quiere, Rita.
Que te quiero.
Que te quiero.
[♪ música suave] [golpes en la puerta] -¿Sí?
-Chao, bellísima.
-Un poco tarde, ¿no?
-Lo siento.
-Llevo más de dos horas esperándote.
-Perdona, he tenido que acabar unos asuntos con Enrique.
-Bueno, pues a lo mejor también tienes que hacer un plan de noche con Enrique.
-Vamos, Clarita, no te enfades.
Pensé que habíamos hecho las paces.
-Ya, yo también pensé que era lo primero de tu lista.
No soporto a las personas que anteponen el trabajo a su vida.
-Mira, Clara.
No voy a estar rogándote permanentemente que salgamos juntos.
Vale.
Si me voy por esa puerta, no voy a volver.
-Bueno, ya me contarás qué hacías allí con aquellas víboras.
-¿Aquellas qué?
-Nada, nada, Alberto, que tu madre me riñe por haber ido al cumple de tu amiga.
-No te riño, pero no entiendo por qué te invitaron.
-Me autoinvité.
¿Qué hay de malo en pasar una tarde con el niño?
-Nada, nada.
-¿Y todas las tardes?
-Carlos.
-¡Alberto!
-¿Qué?
-Ven.
¿Qué te parecería si a partir de ahora pudiéramos pasar todas las tardes juntos?
-¿Eso o se puede?
-Se podría si tu mamá y yo nos casáramos.
¿Tú qué dices?
¿Te gustaría que nos casáramos?
-Hagámoslo.
-¡Sí, yuju!
¡Bien!
[silbido] -¿Hola?
-Menos un minuto.
-Sí, no me gusta llegar tarde, don Enrique.
Muchas gracias.
¿Ah?
-Pedro... -¿Cómo?
-¿Te llamas Pedro, no es así?
-Sí, sí, Pedro Infante, pero es que no lo había escuchado bien, disculpe.
-Pedro, Yo, yo sé que tú quieres mucho a Rita.
Y, bueno, me imagino que lo debéis de estar pasando fatal.
Pero las cosas con dinero son mucho más sencillas.
-Sí.
Sí, le estamos, le estamos muy agradecidos.
-¿Estamos?
Un héroe no revela sus secretos.
-Ya, ya, ya, bueno, es que realmente Rita decía que iba a ser una carga para nosotros, pero después de nosotros... -Por supuesto.
Pero las cosas de negocios deben de quedar entre.
Nosotros los hombres.
¿Hmm?
-Así, así va a quedar.
-Muy bien, pues aquí está el dinero... ...esperando que cumplas con tu cometido.
-Bueno, pues... Pues dígame, ¿qué, qué tengo que hacer.
-Vas a destrozar el local de doña Aurorita.
[♪ música de suspenso] -¿Qué, qué?
-Te acercaras al local que acaba de alquilar Ana... ...y lo destrozarás por completo.
-Pero... Yo no, yo no, yo no, yo no, no puedo.
Yo no, yo no quiero hacer eso.
-Ah, claro que no quieres... ...y tampoco quieres que tu mujer se muera.
¿Vas a dejar que el destino decida eso?
-No.
-No te he oído bien.
-No.
-Muy bien.
Pues a por ello.
¿Sabes, Pedro?
No hay nada malo en lo que estás haciendo.
El señor Cafiero ha dejado un pañuelo azul en mitad del local.
Tendrás las 76 000 pesetas... ...cuando me traigas ese pañuelo.
[jadeos] -¿Primo?
[grito] ¿Estás bien?
Primo, ¿qué te pasa?
-Yo te estaba buscando y no te encontraba.
-Pero ¿qué te pasa?
-Necesito la llave del almacén.
-Me estás asustando, no te las voy a dar hasta que me cuentes... -No, necesito coger solo una cosa.
Solo una cosa.
-Un momento, primo.
Primo, ¿se puede saber de qué se trata?
¿Qué buscas?
¿Qué te pasa?
¿Dónde vas con eso?
No te voy a dejar salir con eso.
-¡Déjame salir!
-Que vas a salir con eso.
-¡Rita, Ri...!
Rita tiene, tiene, tiene cáncer Rita.
Tiene cáncer, tiene cáncer.
¡Tiene cáncer!
-¿Qué me estás diciendo?
-Tengo que romper la tienda de, de Aurorita.
-Tranquilo, tranquilo.
Tranquilo, tranquilo.
Primo, tranquilo.
Estoy aquí contigo, estoy contigo.
Estoy contigo, tranquilo.
Tranquilo.
[♪ música suave] -Pedro.
¿Qué has hecho?
-Doña Blanca, voy a salir un momento.
Unos vándalos han destrozado el local.
-Este local era el sueño de Ana.
-Necesitábamos el dinero.
-Pero ¿qué ha pasado?
-¡Hijo de puta!
-No te lo he dicho aún, me caso.
-No puedo aceptarlo.
-Este dinero no es de Enrique, esto es mío.
-Don Mateo, estábamos buscando documentación para ver de dar parte al seguro, pero nos falta un papel.
-¿De qué se trata?
-Quiero que dejes a Martín.
-Es mi marido.
-Y yo el padre de tu hijo.
-Relájate, que todo va a salir -Estoy muy nervioso.
-Imagínate que estoy aquí yo solo contigo.
-¿Cuándo lo podemos operar?
-¿Y si les dijera que mañana mismo?
-Es hora de que los hombres salgan de casa.
Vamos a los puestos.
-Escápate en un rato que te llevo a cazar otra cosa.
-Cuando haya acabado con él.
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